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Habían pagado quinientos euros a dos delincuentes para que rompieran la cerradura del piso vacío y así poder entrar e instalarse rápidamente con su bebé. Eran muy jóvenes, casi adolescentes. Buscaban crear su primer hogar con la ventaja de que había suministros dados de alta en ese piso. Una vez dentro se acomodaron con sus posesiones. Los vecinos de la finca escuchaban los golpes y atemorizados poco pudieron hacer más que llamar al propietario. Carlos se presentó en el piso a la manyana siguiente. Los okupas no abrieron la puerta pero sí que intercambiaron unas palabras a través de la puerta.

Lleno de impotencia, a Carlos no le quedaba otra más que negociar con ellos, por que no tenía energía para iniciar nuevamente otro desahucio judicial, como había hecho con los anteriores ocupantes. Fue como una cadena. Uno detrás de otro. Seguramente los anteriores ya avisaron a los nuevos de que el piso se les quedaba libre. Pero esta vez la pareja que entraba llevaba un bebe que lo complicaba todo mucho más.

A la señora Carmen y a su esposo les sucedió algo parecido en su piso del Cabanyal. Se les metieron unos okupas a los tres meses de que los inquilinos dejaran el piso. Se llevaron un disgusto enorme.

Casos reales

Estos dos casos, Carlos y Carmen, ejemplifican la triste realidad del fenómeno de los “okupa” que afecta a este país y ya se extiende a los barrios nobles de las ciudades. En 2022 hubo más de 10.000 nuevas denuncias de okupaciones en nuestro país. La crisis económica, la inflación y la escasez de oferta de inmuebles en alquiler ha ampliado la tipología del okupa: A veces gente que busca vivienda y crear un hogar, y otras se trata de mafias bien organizadas.

Con ayuda de una buena agencia de gestión de alquileres, don Carlos ha podido enderezar la situación y negociar el pago de un alquiler “barato” con los chicos con unas codiciones aceptables dada la situación.

La senyora Carmen, que acababa de cumplir 82 anyos lo tuvo más difícil pero con nuestra ayuda profesional consiguió vender el piso con okupas dentro para despojarse de la carga emocional de los okupas. Los nuevos propetarios han iniciado el deshaucio.

La peor parte de todo fue para don Matías, el marido de Carmen a quien su débil corazón no le dio para el disgusto de saber que habían okupado el piso.

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